jueves, mayo 31, 2007

Descubren más de 700 nuevas especies en las profundidades del Océano Austral


MADRID.- Un equipo internacional de investigadores ha descubierto más de 700 nuevas especies, en su mayor parte pequeños crustáceos, en las profundidades marinas del Océano Austral, en la Antártida. Las conclusiones de su trabajo, que se realizó en tres expediciones entre los años 2002 y 2005, se publican ahora en la revista 'Nature'.
Los investigadores han descubierto 585 nuevas especies de crustáceos en las profundidades del Océano Austral gracias a tres expediciones integradas en un proyecto sobre biodiversidad de los fondos marinos de la Antártida, el 'Antartic benthic deep-sea biodiversity' (ANDEEP).
Los científicos descubrieron niveles inesperados de biodiversidad en esta localización que permanecía sin estudiar, un hallazgo que contradice las suposiciones que señalaban que la diversidad de las profundidades marinas era menor en esta área oscura y de grandes proporciones.
En sus expediciones, dirigidas por Angelika Brandt de la Universidad de Hamburgo (Alemania), los investigadores recogieron especímenes biológicos y datos medioambientales de diferentes regiones de entre 774 y 6.384 metros de profundidad bajo la superficie del Mar Weddell, situado al noroeste del continente antártico, y las áreas colindantes.
El Mar Weddell es un recurso importante de agua profunda para el resto del océano y proporciona una posible ruta para que las especies entren a estas aguas. Además, el equipo de científicos descubrió faunas de aguas profundas que también se encuentran en las comunidades de las placas adyacentes y en otros océanos.
Los investigadores identificaron 674 especies de isópodos, un orden de crustáceos, de los que más del 80% eran desconocidos. En algunas regiones, determinados grupos de isópodos y gusanos marinos incluían especies invasoras procedentes de la placa continental profunda del Océano Austral.
Las especies que vivían en las partes más profundas del Mar Weddell tendían a tener vínculos más fuertes con otros océanos, en particular si se habían dispersado con facilidad, como ciertas amebas. Pero aquellas especies de dispersión pobre, como los isópodos, los gusanos nematodos y los pequeños crustáceos eran especies específicas del Océano Austral.
Las tres expediciones se realizaron a bordo del buque de investigación alemán Polarstern entre los años 2002 y 2005. Un equipo internacional procedente de 14 organizaciones internacionales investigó el manto marino, sus cordilleras continentales y los cambios en las aguas profundas para crear una imagen de esta poca conocida región del océano.

El primer barco solar del mundo cruzó el Atlántico


En casi siete meses, cruzó el Océano Atlántico sin consumir una gota de combustible. Fue todo un desafío para los cinco tripulantes del Sun 21. La embarcación arribó a Nueva York proveniente del Puerto de Basen en Suiza. Christoph Bubb, cónsul de Suiza en Nueva Cork, dijo: “en el agua, el Sun 21 ha marcado un nuevo paradigma en el uso de la energía solar”. El viaje transcurrió sin grandes dificultades. Los dioses de la meteorología fueron benignos, aun cuando la tripulación tuviera a veces que navegar en un mar agitado y sorteando olas de hasta siete metros. “A los marineros usualmente no nos gusta dar discursos, pero esta vez es diferente. Me siento como si quisiera gritarle al mundo que el sol es la fuente de energía del futuro”, expresó Michael Tunney, navegante del Sun 21. De 14 metros de largo y 6 de ancho, el catamarán pudo navegar a 16 kilómetros por hora y atravesar siete mil millas náuticas. Para los científicos, la experiencia les deja datos útiles para mejorar los sistemas de aprovechamiento de la energía solar. “Ahora nos enfrentamos a otro reto: el cambio climático. Nosotros con el Sun 21 queremos mostrar lo que se necesita hacer a gran escala con un ejemplo de menor escala”, comentó Martin Vosseler, oficial de Física del Sun 21. Con esta travesía por el Atlántico, el barco entró en el libro de los récords Guiness.

jueves, mayo 17, 2007

¡El olor a mar lo produce una bacteria!


Aseguran que el "olor a mar" es producido por una bacteria. Dejando de lado cualquier otra teoría casera, el estudio indica que el "responsable" del particular aroma que se percibe en la orilla del mar es un gas fuertemente oloroso llamado dimetil sulfuro.

17.05.07
El peculiar aroma a mar que genera una saludable sensación de bienestar, es producido por un microbio que vive en los lodos de las salinas y emite un gas responsable de esta percepción olfativa, afirmó una investigadora del Conicet. Durante una conferencia sobre el mar organizada por el Conicet y la fundación Ecocentro y dictada en Buenos Aires, la investigadora Matilde Otero Losada explicó que "el responsable del particular olor de la orilla del mar es un gas fuertemente oloroso llamado dimetil sulfuro (DMS)". "El profesor Andrew Johnston junto a su equipo de la Universidad de East Anglia aisló a principios de este año esta bacteria en los lodos de las salinas de Stiffkey, en la costa de North Norfolk", en el Reino Unido, dijo la especialista en investigaciones sensoriales del Conicet. Este equipo pudo identificar el gen responsable de la emisión y producción de un gas fuertemente oloroso responsable de esta percepción olfativa: el dimetil sulfuro (DMS), lo que le valió la publicación del trabajo en la revista científica Science. "Los científicos identificaron hace tiempo al dimetil sulfuro, pero no el mecanismo responsable de su producción, por lo que, aislando este único gen de Marinomonas y clonándolo en otras bacterias normales, han podido descifrar ahora el proceso metabólico por el que se produce el DMS", explicó Otero Losada durante una conferencia en la librería El Ateneo. Así, el olor a mar quedó así identificado y pudo ser "embotellado" en tubo de ensayo. Un gas muy particularEl DMS es un gas fuertemente oloroso, agradable en concentraciones bajísimas y desagradable en concentraciones altas -el olor y su componente hedónico (placer-displacer) varían con la concentración en la mayoría de las sustancias aromáticas-, y tiene un efecto tónico-estimulante en los seres humanos. La sustancia se encuentra en las trufas y es la que atrae a los cerdos en la detección de esa especie de hongo. Es también la responsable del característico olor a repollo hervido y señala las fuentes de alimento para las aves que sobrevuelan los océanos. No existe efecto tonificante farmacológicamente comprobado del mar, pero, si bien no se debe a las características inherentes del olor en cuestión, el efecto estimulante-energizante del aroma a mar es perceptible. "El olfato es un sentido emocional más que intelectual y esa sensación sobre el peculiar olor marítimo es atávica y nos remonta a una cuestión culturalmente adquirida, que depende del contexto y no del estímulo aislado", dijo Otero Losada. No es el olor en sí, en cuanto a composición química se refiere, sino el olor asociado al contexto y como huella que se transmite de generación en generación, como parte del acervo genéticamente incorporado a lo largo de la evolución de la vida en el planeta. Neuroanatómicamente, la vía olfativa recorre los mismos centros encefálicos que sirven de asiento a la memoria y el aprendizaje (circunvolución del hipocampo), así como el tono emocional (núcleo amigdalino) influye en la respuesta hormonal (hipotálamo e hipófisis), las sensaciones de hambre y saciedad (hipotálamo), y en las funciones digestivas, la motilidad gastrointestinal y la frecuencia cardíaca. "El aire es esencial para la vida e invariablemente huele a algo; en consecuencia, el cerebro permanentemente recibe esa información, que no está bajo dominio entero de la voluntad porque hay que respirar y, aunque el olor sea desagradable, es un reflejo de vida", concluyó la investigadora.

martes, mayo 15, 2007

Monitoreando el cambio climático a través de los pingüinos


Estamos acostumbrados a oír hablar sobre los efectos del cambio climático en términos de comportamientos inusuales en los animales, como por ejemplo, patrones alterados en la migración de peces y aves. Sin embargo, unos científicos de la Universidad de Birmingham están probando un bioindicador alternativo: el pingüino rey, con el fin de determinar si puede ser usado para monitorizar los efectos del cambio climático.
Si los pingüinos están viajando más lejos o buceando más hondo en busca de alimentos, esto nos dice algo acerca de la disponibilidad de un pez en particular en las regiones antárticas. Los científicos pueden ser capaces de estudiar la presión ejercida por los pingüinos rey sobre este ecosistema, y buscar los efectos tanto del cambio climático como de la sobrepesca en esta región del mundo.
Una nueva manera de emplear animales como bioindicadores es determinando cuál es su requerimiento de energía. Los investigadores midieron el ritmo del corazón y el consumo de energía de los pingüinos rey mientras caminaban sobre una cinta móvil y mientras nadaban en un largo canal, y obtuvieron relaciones matemáticas entre estas dos variables. Implantaron entonces registradores del ritmo cardíaco en pingüinos, de manera que pudieran medir la energía gastada por estas aves a través del ritmo cardíaco registrado. Los investigadores fueron capaces entonces de encontrar si existía una buena correlación entre el costo energético de buscar alimentos en el mar, y los niveles de peces disponibles para los pingüinos. O, en otras palabras, si los pingüinos tenían que esforzarse más cuando el alimento escaseaba.
Los pingüinos rey son buenos candidatos a bioindicadores por varias razones. Primeramente, cuando forrajean en mar abierto cubren cientos de kilómetros, y son capaces de sumergirse a profundidades de varios cientos de metros, por lo que exploran una porción relativamente grande del entorno marino. En segundo lugar, se conoce bien la dieta de varias poblaciones del pingüino rey. En tercer lugar, después de alimentarse en mar abierto, los pingüinos regresan a tierra para aparearse, lo que los hace accesibles a los investigadores.

miércoles, mayo 09, 2007

¿Es posible vivir sin luz? Cómo es la vida en el fondo del mar


Hasta no hace mucho tiempo se consideraba que la escasez de organismos en la región abisal del océano se debía a la penuria extrema de alimentos, derivada especialmente de la imposibilidad de la realización de la fotosíntesis.
Sin embargo se encontraron hábitat cuya densidad de vida es igual o supera a la habitual de cualquier otro ecosistema marino. Se trata de los “vents”, fumarolas o chimeneas hidrotermales, que se hallan a lo largo de las cordilleras del fondo oceánico, donde se están separando las placas de la corteza terrestre.
Las aguas de las fumarolas presentan temperaturas medias entre los 10 y 20° C, a diferencia de la mayor parte del mar abisal (2-4° C). En ellas abunda el sulfuro de hidrógeno, compuesto rico en energía aunque muy tóxico, pero que es oxidado por bacterias quimiosintéticas y la energía liberada es aprovechada en el ciclo de Calvin para fijar CO2.
Lo llamativo es que la mayoría de los animales allí presentes parecían carecer de un medio para recolectar la “cosecha” de bacterias del azufre. Entonces se detectaron formas endosimbióticas específicas. Algunos de esos animales tan particulares son:
El gusano tubícola Riftia pachyptila, que posee hasta un metro de longitud, tiene en el suero de su sangre una gran molécula de hemoglobina que puede captar, en diferentes sitios, sulfuro y oxígeno, los cuales ingresan al organismo desde un penacho apical. El primero es alcanzado a las bacterias de su interior y el oxígeno se utiliza como último aceptor de electrones en la respiración del invertebrado.
La almeja gigante Caliptogena magnifica, de 30 cm. de largo, tiene una proteína especial para transportar el sulfuro que es absorbido por el pie anclado entre las grietas y llevado hacia las branquias donde se hallan las bacterias.
Para librarse del envenenamiento por sulfuro, los animales carentes de simbiontes debieron desarrollar otros mecanismos. Por ejemplo, el cangrejo Bythograea thermydron lo oxida a tiosulfato (menos tóxico) en el hepatopáncreas.
También se pueden encontrar peces y gran cantidad de invertebrados que pueden ser bioluminiscentes. La luz que ellos mismos producen es utilizada como estrategia para atraer a sus presas.
Las chimeneas mantienen su actividad durante algunas décadas. Donde ha cesado el flujo de agua aparecen esparcidos los organismos muertos, señal de que su supervivencia está basada en el suministro de sulfuro. En estos ambientes tan particulares, los ecosistemas están basados en la quimiosíntesis, ya que la luz del sol no ingresa más allá de los 200 m
Bibliografía
Childress, J. J.; Folbeck, H. y G. N. Somero. 1987. Simbiosis en las profundidades marinas. Investigación y ciencia 13: 78-85
Vallarino, E. A. y R. Elías. 2006. El mar como recurso pedagógico. UNMdP. 84 pp.
Fuente: Proyecto el Mar como recurso educativo. Universidad Nacional de Mar del Plata. Argentina

martes, mayo 08, 2007

Descubren 15 nuevas especies en una zona antártica afectada por el deshielo


Los científicos han descubierto hasta quince nuevas especies marinas visibles al ojo humano en el inmenso fondo marino que ha dejado al descubierto la ruptura de las gigantescas capas de hielo Larsen A y B, en el Antártico, que han cubierto durante miles de años esta extensa porción oceánica.

El rompehielos "Polarsten", capitaneado por medio centenar de investigadores de catorce países, ha sido el primero en adentrarse en los fondos desconocidos y virginales del mar de Weddell, donde en los últimos años se han desprendido unos 10.000 kilómetros cuadrados de placas de hielo a causa del cambio climático.
Este proyecto, que se ha desarrollado entre finales de 2006 y principios de este año, supone la primera de las expediciones que se llevan a cabo dentro del programa internacional Censo de la Vida Marina Antártica, y ya ha permitido constatar los cambios que el calentamiento global está provocando en los ecosistemas marinos del océano antártico.
El coordinador internacional de este programa, el escocés Michael Stoddart, explicó a Efe que sólo en los poco más de dos meses que ha durado la expedición se han descubierto quince nuevas especies, en su mayoría crustáceos, como gambas gigantes, medusas o anémonas de mar, y centenares de organismos microscópicos.
Stoddart, que además es responsable científico del Programa Antártico Australiano, comentó que el "Polarsten" volverá a surcar el mar de Weddell el próximo mes de noviembre en una nueva expedición que, asegura, "permitirá encontrar más especies nuevas" en esta zona hasta ahora desconocida.
Pero el calentamiento global, además del colapso de viejas placas de hielo, como la Larsen B, con 12.000 años de antigüedad, está provocando cambios en los hábitats marinos, de manera que se han localizado animales y plantas que, hasta ahora, sólo se habían visto en aguas más cálidas.
Las consecuencias del calentamiento global son sin duda más manifiestas en los animales que viven en la superficie antártica, como los pingüinos, que, según se ha advertido, se están desplazando hacia el sur en busca de tierras y aguas más frías.
De hecho, en el caso de los denominados pingüinos de Adelia, una especie de pequeño tamaño, cuerpo negro y ojos blancos, se ha observado que se reproducen en zonas diferentes, puesto que se mueven en búsqueda de zonas con hielo, así como fluctuaciones apreciables en su población, hasta ahora una de las más densas de las distintas especies de pingüinos.
"El calentamiento repercutirá de manera muy negativa en los animales del Antártico, pero las especies se adaptan a los cambios, siempre que tengan alimentos, y en el caso de los pingüinos, éstos se alimentan básicamente de kril, y no se espera que vayan a desaparecer", indicó el experto escocés.
En cualquier caso, Stoddart consideró que las consecuencias del cambio climático no serán tan dramáticas en el Antártico como en el Ártico, donde según algunos científicos, como el oceanógrafo alemán Eberhard Fahrbach, el hielo podría desaparecer durante las épocas de verano a partir del año 2080.
En el Antártico, afirma Stoddart, los cambios afectarán en mayor medida a las zonas costeras que a las situadas más al sur, provocarán más desprendimientos de capas de hielo, y éstas se irán hacia el mar más rápidamente.
A diferencia de otros científicos, Stoddart no se muestra alarmista por los efectos del cambio climático. Tampoco cree que se deba ser optimista, sino simplemente realista, proporcionando a la ciudadanía una información veraz de lo que está pasando, porque "así lo desconocido no resulta tan amenazador", subraya el científico.
Michael Stoddart visitó recientemente Barcelona, invitado por la Fundación Caixa Catalunya, para hablar de la vida en los mares polares, en el marco de actividades organizadas con motivo del Año Polar Internacional.